José Manuel Bielsa
Donar a San Martín estas fotos antiguas del mercado me parecía importante
Lleva 44 años dedicado a la fotografía, muchos de ellos en un estudio próximo a Mercado San Martín del que ahora se despide “para iniciar una nueva etapa”. Guardaba en su archivo una preciosa colección de instantáneas del antiguo edificio del mercado, que ha decidido donar a la actual gerencia “porque son testigo de una época”.
¿Cuál es su relación con Mercado San Martín?
Hace muchos años que hago la compra en San Martín. Desde que me trasladé a vivir a San Sebastián desde Barcelona, en 1977. No solo soy cliente, también tengo una relación estrecha con personas como Iñaki Dorronsoro y Paco Etxeberria. A mí los mercados siempre me han gustado. A cualquier ciudad o pueblo que visitamos es casi lo primero que visito. Tengo curiosidad por las frutas y las verduras que hay en cada destino. También nos gusta mucho comer en los mercados, que es algo que cada día se da más. Es una manera de comer rápido y de comer producto local.
Tiene en su archivo una amplia colección de fotografías del antiguo edificio de Mercado San Martin. ¿Por qué?
Hice las fotos en la década de los 90, porque se iba a derribar el mercado y quería que fueran un testimonio gráfico e histórico. Quise retratar los puestos y las personas que se veían en el mercado, así como la arquitectura interior y exterior. Las estructuras metálicas de los antiguos mercados me encantan por su referencia al inicio de la época industrial.
¿Por qué ha querido donarlas a San Martín?
Son fotografías que están positivadas porque estuvieron expuestas en una exposición en la Kutxa y aunque están en buenas condiciones, podrían llegar a perderse. Donarlas al mercado me parecía importante para poder conservarlas. Han pasado años y me parecen un documento de información de una época y de un edificio que han cambiado mucho. Caseros y vendedores del mercado, clientes y muchas personas me han trasladado su interés por estas fotografías, porque son testimonio de una época. Estas fotografías crean emociones, sentimientos y recuerdos de una época y eso es, al final, lo importante.
¿Qué paisaje de Donosti es el que más veces ha fotografiado?
La ciudad tiene una bahía rodeada de puntos que son mágicos. El rincón al que más he llegado con mi cámara es lo que rodea al Náutico de San Sebastián, como le habrá pasado a muchos donostiarras.
Cierra su estudio. ¿Qué planes tiene?
Comenzamos una nueva etapa, pero seguiremos haciendo fotos igualmente. El no tener un estudio con horario comercial nos permitirá organizar nuestro tiempo y nuestro trabajo fotográfico de otra manera.
De no haber sido fotógrafo, ¿qué le hubiese gustado ser?
Igual me hubiese gustado ser arquitecto, pero ser fotógrafo es una profesión que me ha enseñado mucho de otras disciplinas. He conocido muchos lugares y personas. Ha sido un aprendizaje continuo. A la fotografía le debo todo, es la experiencia de mi vida.
Pregunta obligada, ¿Cómo está viviendo la pandemia?
El confinamiento, aunque en casa estábamos bien, lo he vivido con preocupación, como la mayoría. Nadie nos lo esperábamos... Paras de trabajar, de estar con la familia, con los amigos... El corte afectivo ha sido muy duro... Esta situación nos ha hecho reflexionar sobre la vida, sobre el trabajo... Y esta reflexión, en nuestro caso, es la que nos ha llevado a querer prescindir del estudio y trabajar de otra manera, con el fin de tener más tiempo para nosotros.
¿Pudo retratar la ciudad sin gente?
Un domingo, al inicio del confinamiento, amaneció con una niebla y una luz especial. Cogí la cámara y salí. Fue un día único, porque aparte de la luz y la niebla, que es lo que le daban magia a la imagen, no había personas en la calle. La playa de La Concha parecía salvaje: nunca había estado así, líneas en la arena que nadie había transformado... pude hacer unas fotos de las que estoy encantadísimo, aunque me da pena que las tuviera que hacer en aquella situación de confinamiento.