Loquillo
"Yo de mayor quiero ser Loquillo"
Tenía muchos boletos para ser delincuente, pero el baloncesto lo salvó y se convirtió en una estrella del rock & roll. Ahora celebra 40 años sobre el escenario viviendo uno de los mejores momentos de su carrera. “Con más de 50 años he conseguido tres números uno seguidos. Esto no lo ha hecho ni Dios en el mundo del rock en mi generación”.
Entrevista de Estibalitz Ortega Arsuaga
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Quedamos en el hotel María Cristina. Aparece puntual y saluda dando dos besos. “No suelo conceder entrevistas, pero en Donosti estoy en casa. El nivel de la prensa ha caído a unos niveles de puro tweet”. Así empezamos a charlar
¿Cuántas vidas ha vivido Loquillo en 40 años de carrera?
Estoy en mi séptima vida y quizá va a ser definitiva, por eso de que ‘siete vidas tiene un gato’. Entro en un momento realmente excitante porque es un poco el resumen de esas seis vidas anteriores. Estoy celebrando que hace 40 años me subí a un escenario por primera vez. Fue en 1978, a los 17 años, en un cabaré de Las Ramblas, donde había señoras y marines americanos. Celebro también que este mes se publica mi tercera novela. El año que viene sale una biografía mía que escribe Felipe Cabrerizo, biógrafo de Johnny Hallyday y Serge Gainsbourg. Además, grabaré nuevo disco y el siguiente otro más dedicado a la poesía de Julio Martínez Mesanza. DISCO
Disco, gira y novela. ¿tú cuándo descansas?
Yo duermo mis siete horas diarias. Soy muy disciplinado y hago lo que me gusta. ¿Qué más quieres? No entiendo a la gente que tarda cuatro años en hacer un disco nuevo. Tengo aquí en Euskadi un lugar de retiro, que no pienso decir cuál es, en el que me refugio para aclararme las ideas, pero soy alma de ciudad. Entiendo a los artistas que se quedan en el campo, pero cuando haces eso, acabas haciendo canciones sobre los pajaritos y la luz del sol y yo soy urbano 100%. Estoy en movimiento continuo. Si no, no llevaría 40 años. Ni hubiera tenido tres números uno en los últimos cinco. El trabajo, la disciplina… Ser la mejor banda de rock en directo según las mejores revistas de rock del país tiene un prestigio que nadie tiene. Eso debes cuidarlo día a día. No puedes descansar.
¿Pero nunca te has sentido cansado?
No. Para mí la paz es un infierno. Yo soy un hombre de guerra. Si paso más de un mes en casa, me echan. Tengo que estar en continuo movimiento.
¿Y qué hace un chico como tú viviendo en una ciudad tan tranquila como Donosti?
A mí, en un momento de mi vida, Donosti mi dio el equilibrio que necesitaba. Yo solía venir desde 1985. Mi relación con Jonan Fernández y Elkarri me terminó de convencer. Mi compañera [la actriz, escritora y directora de cine donostiarra Susana Koska] y yo decidimos en 2004 que el mejor sitio para educar a nuestro hijo era Donosti. Barcelona se había convertido en una ciudad inhóspita, con una invasión turística tremenda y un proceso político que había degenerado. Estoy muy agradecido a esta ciudad.
¿Y cómo has vivido el fin de ETA?
Sigo viendo con esperanza lo que ocurre. Yo soy una persona más bien de izquierdas, pero en esto, estoy de acuerdo con el lehendakari. Creo que hay que dar pasos tanto por un lado como por el otro. Las cosas van por la buena dirección y esperemos que el Estado escuche lo que se está diciendo desde aquí.
No suele ser habitual que las estrellas del rock se mojen en política.
Yo vivo aquí. No me mojaría nunca con un partido de aquí porque yo soy barcelonés. Pero sí me mojo en acciones sociales. Me pidieron apoyar al Easo, que era donde mi hijo jugaba a baloncesto, y en los últimos 10 años he ayudado en lo que he podido para que los equipos pudieran seguir adelante. Y me siento muy orgulloso de que haya dos jugadores que juegan en el GBC y que vienen del Easo. Cuando iba a los campeonatos junto con la gente del Easo, me sentía muy orgulloso de llevar un equipo de jugadores vascos.
¿A ti qué te ha aportado el baloncesto?
Valores. Yo empecé a jugar al baloncesto en un momento muy difícil, que fue la Transición. Para mí la válvula de escape era el baloncesto o la delincuencia. Soy de un barrio obrero. El Vaquilla y El Torete vivían allí. Aprendí a trabajar en equipo, cada uno en una posición, a gestionar el talento… y a mí todo eso me ha servido para poder hacer mi carrera.
¿Y tú qué posición has ocupado en el rock?
Yo siempre he sido el entrenador. Me gusta combinar los talentos. En eso no me gana nadie. Y procuro ser siempre el peor de mi equipo. En este país la mayoría de los artistas suelen ser los mejores. Y nunca dejan que nadie esté por delante de ellos. A mí, sin embargo, me encanta. Yo no necesito ego. Si tú ves a un grupo de rock con mucha parafernalia… mal asunto. Necesita todo eso para vender.
Sexo, drogas y rock & roll no pegan mucho con el baloncesto.
¡Lo que hemos llegado a hacer nosotros es un chiste si lo comparamos con lo que la gente se mete y bebe hoy en día! En los 80 destrozábamos hoteles y todas esas cosas, porque éramos chavales de 25 años. Eran cosas de la edad. Lo terrible es hacerlo con 40 años, que eso se convierta en un estilo de vida y creerte Peter Pan. Yo soy muy consciente de la edad que tengo y me gusta. He vivido y he hecho lo que tenía que hacer en cada momento y eso es perfecto. Poca gente puede decirlo en el mundo de la música. Además, he roto un molde muy importante, el de una persona de más de 50 años que ha conseguido tres números uno seguidos. Esto no lo ha hecho ni Dios en el mundo del rock en mi generación.
¿Y esto cómo se lleva?
Yo siempre me he sentido un músico minoritario. Soy consciente de que el personaje de Loquillo es lo que mejor vende la música. Hemos estado fuera de las radio fórmulas durante 20 años porque no cedíamos los derechos de autor y hemos pagado el precio. Pero hay que saber apostar. Si te fijas, los grupos que apostaron todo a la radio fórmula, en el momento que superaron los 40 años, ya no interesaron. Y han estado 10 años intentando volver y han acabado todos tocando en festivales nostálgicos de los 80. Qué mal lo hicieron ¿no? ¿No se dieron cuenta? Yo sí. Yo en mi caso, sabía que esto era mi oficio.
Tú dices que te diriges a un público minoritario, pero a ti te conoce todo el mundo.
Sí, claro. Pero porque soy una persona con un físico determinado. Alejandro Sanz podría pasar por delante de ti y no verlo. Esa es la diferencia entre un compositor y una estrella.
O sea que tú eres una estrella.
Sí. Me han dibujado así. Mido 1 metro 96. Se me ve. En Estados Unidos eso se entiende muy bien. Aquí, cuanto más humilde seas y más desapercibido pases, más normal eres y mejor caes.
Pero eso a ti no te interesa mucho ¿no?
Para mí una estrella del rock es excesivo en todo. Me gusta la gente que vive en filo, pero cuidado, no me gusta la gente que lo traspasa. Que toma decisiones arriesgadas, que se cae, que se levanta. No me gusta la gente perfecta que no comete errores. Eso es aburridísimo.
Se te ve jugando a basket con su hijo en las jaulas de Gros.
Sí, cuando tengo tiempo. Para mí cuidar el físico es muy importante. Cuando doy un concierto me paso dos horas y cuarto en el escenario. El rock & roll es algo físico. Hago mucho deporte. Me gusta mucho correr en la playa. Y me mantengo en mi peso. Tengo 57 años y espero durar mucho. Me cuidan médicos que son profesionales del deporte de alto nivel y psicólogos adecuados para mantenerse en buen estado mental. Lo digo para gente neófita que se piensa que en el rock todos somos gente cojonuda, como pretenden demostrar Fito y Rosendo. Este trabajo es muy serio. Y esto es una empresa en el que todo el mundo es muy profesional. Esto no es un cachondeo. Si alguien vende que esto es una cuadrilla de amiguetes que hemos triunfado, nos tomamos unas birras y nos fumamos un porrito… no es verdad. Eso es que se han quedado en 1975. Estamos en el siglo XXI y esto va de otra cosa.
¿Tú has ganado mucho dinero?
Gracias a Dios no me he hecho rico. Hubiese sido un problema porque me habría relajado. Yo es que soy hijo único. Las enfermedades han estado muy presentes en mi familia. He hipotecado mi casa dos veces y estuve a un tris de tener que venderla porque no me daba. Si quieres lo mejor para tu familia haces lo que haga falta. Soy de clase obrera así que no se me caen los anillos. Los peores momentos los pasé y he pagado casi todo lo que debo. Ahora lo único que deseo es poder seguir haciendo mi trabajo, que mi hijo tenga la mejor educación posible, que mi compañera pueda vivir con la mejor calidad de vida posible y el resto me importa bastante poco. Yo hago lo que me gusta que es subirme a un escenario y eso me da la vida. A diferencia de lo que muchos creen, la mayoría de artistas venden un personaje cuando están sobre el escenario. Yo soy yo cuando estoy arriba porque es el único sitio en el que se me permite ser yo. Cuando bajo del escenario actúo. Es mi forma de protegerme.
¿Qué es, sobre todo, lo que más has aprendido en 40 años?
Yo, viniendo, de donde vengo, el rock & roll para mí ha sido una escuela de vida. Sabino Méndez siempre dice que yo tengo un hambre atroz por conocer y por aprender. Mi padre ya me lo dijo una vez. Él estuvo en la cárcel y en campos de concentración. Allí aprendió a leer y hablar francés. Siempre tenía un libro en la mesita. Cuando tú ves a tu padre haciendo esas cosas, te marca. Hace poco leí a un músico español decir que él sólo lee el Marca… Siempre he sido contrario a esa imagen de artista de rock que dice que es muy auténtico porque es de barrio. Yo lo primero que aprendí era que tenía que salir del barrio y vivir la vida que no pudo vivir mi padre. Siempre he tenido capacidad de mejorar y de aprender. Para mí una charla con Luis Alberto de Cuenca es mucho más gratificante y aprendo más que los dos años de mi vida que perdí haciendo literatura y lengua español. Tengo muchos amigos escritores, articulistas enormes como Pérez de Andújar, Manuel Jabois, o David Gistau. Entonces, ¿qué más quiero? La música me ha facilitado aprender todo eso. Si me hubiera quedado en el barrio y no hubiese jugado al baloncesto ahora sería pasto de la reconversión industrial, de las drogas, del fracaso.
¿Hay alguien que se atreva a llamarte José María?
A mí la única persona que me llamaba José María era mi madre.
¿Qué quieres ser de mayor?
Loquillo. Es la bomba
Crédito foto:
Óscar Lafox